Una nueva edición del
Meeting of Styles en
Madrid. Este año ha superado a la anterior, quizá por la experiencia de los organizadores y la presencia más amplia de artistas, tanto nacionales como internacionales -han superado los 50 participantes-. Como su nombre indica es un encuentro de estilos, un diálogo entre los tradicionales graffitis
wild style -las letras que en ocasiones se acompañan de personajes- y los cada vez más vistosos
street art, -en la actualidad suelen coincidir con dibujos hiperrealistas-. Este último, el arte urbano, parece gustar sobre todo a los viandantes y los curiosos en general que se han acercado, bastantes por cierto, para ver cómo trabajan estos artistas.

Para el evento se ha dispuesto de un antiguo colegio nacional que ya no tiene esa función, se han utilizado todos los muros disponibles, así como el muro de contención exterior, el más vistoso y grande, que da directamente a la calle; y un tercer lugar, algo retirado, los muros de una subestación eléctrica, que ha contribuido en cierta manera a desconectar este grupo de artistas del resto de la reunión.

Imagino que alguno de estos artistas que hubiesen preferido un sitio mejor para su pieza, aunque alguno me ha comentado que las más vistosas, las que están más a la vista de los espectadores -cualquier paseante y cualquier conductor es un espectador, que además por ser zona de atascos seguro que agradecerá echar un vistazo para relajar el estrés- estas piezas quizás tardarán poco en deteriorarse; mientras que aquellas que están algo más escondidas perdurarán más el tiempo, son muchos los prefieren que no se vea tanto su trabajo y que perdure más.

Lo mejor ha sido el ambiente, como casi siempre; no es fácil coordinar tanto talento, lo que ha hecho perfectamente la organización, y contentar a tantos y de tan diversa procedencia. Entre los españoles los había de
Madrid, en su mayoría, de
Asturias,
Andalucía y
Valencia, con los que pude hablar; otros de
Alemania,
Argentina,
México,
Suiza,
Italia,
Francia,
Reino Unido y
Hungría. Todo un lujo.

Para mi, un regalo, agotador, eso sí, pero un regalo con muchísimo sol y calor, risas, conversaciones, idas y venidas de una zona a otra, charlas sobre conocidos ausentes y una jerga tan amable como singular, una nomenclatura, unos tags con los que se conocen y con los que firman sus obras, y que es prácticamente es imposible saber de quién están hablando. En fin, toda una cultura que comienza a tomar fuerza y a salir a la luz, aunque esperemos que ese espíritu rebelde que aún tienen muchos se mantenga.
A partir de aquí os dejo todas las piezas que se han hecho ya terminadas. He procurado publicarlas en el orden en que están en los muros. Algunas las he tenido que cortar porque no tenía espacio físico para hacer la fotografía o porque eran tan grandes que perdían definición. Terminar diciendo que el protagonista de la reunión era el gato, no en vano a los madrileños los llaman gatos; así que, como dijo el chico alemán al terminar la última pieza de la reunión: !¡Miau!!
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