lunes, 1 de junio de 2020

IFEMA Pabellón 12


Los pabellones de IFEMA están lejos de todas partes. Desde allí se puede ver la zona este de Madrid, de Somosierra y los campos que aún quedan por urbanizar entre Madrid y Alcalá de Henares. Es un lugar desapacible, los días de invierno son fríos y el viento es desagradable; en verano el calor debe ser asfixiante. Se llega hasta allí en Metro, estación Campo de las Naciones. Tuve que hacer tiempo antes de entrar para pedir mi acreditación para ARCO'15 y paseando llegué hasta el Pabellón 12. Desde la entrada principal hasta el pabellón hay tres tramos de caminos mecánicos deslizantes que coinciden con las entradas a los aparcamientos. Desde lejos, desde la misma entrada, se veía una grúa con la cesta elevada, de la que se utilizan para pintar en altura.


Al llegar a la primera esquina descubrí la primera pieza, un perrito caliente. tras pasar el primer portalón hay una especie de rosa de los vientos, la gran sombra de un hombre y muchas siluetas, esas fantásticas sombras que hace Suso33. que representan una muchedumbre. Recorrí la pieza enorme, 20 o 30 metros, hasta llegar a la otra esquina. Allí había otro personaje, en blanco y negro con dibujos esquemáticos en forma de runas, éste giraba el es hasta la parte este del pabellón. Allí habían dibujado en el suelo sombras grises, como fantasmas que salían por debajo de la puerta del hangar hasta convertirse en una enorme sombra branca que giraba para continuar, por el suelo, hasta la fachada sur y terminar, introduciéndose de nuevo en otra puerta del hangar, en forma de sombras grises a las que sólo se les veía los pies.


No hacía mucho que había coincidido con Suso33 en la inauguración de una exposición. Durante la conversación le dije que había visto un par de piezas suyas por la calle y reconoció que el alma de graffitero, que el ruido que hacee la bola dentro del spray al agitarlo, es poderoso y nunca se pierde; nunca se deja de ser, aunque sea un poco ser auténtico, libre y algo ilegal. Es lo mismo que me cuentan otros artistas, graffiteros o escritores, writers, que siempre dejarán en sus piezas algo que dé a éstas autenticidad. Ellos, por otro lado, han dado un paso importante, ahora los contratan para decorar estaciones de metros y naves como éstas, fachadas y muros para que no parezcan abandonados. Pero siempre queda ese regusto, esa rebeldía que antes tuvieron y siempre tendrán. Sólo hay que saber buscar esa seña de identidad.



ESTOY TAN LEJOS DE MI QUE YA NO PUEDO ENCONTRARME










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